jueves, 21 de octubre de 2021

SUPERSTICIONES DE LOS ROMANOS

Los romanos siempre fueron un pueblo muy supersticioso y temeroso en su relación con los muertos: los espíritus que no eran aplacados con sacrificios podían atormentar a los vivos.
 

 

Las creencias sobre existencia de seres extraños y maléficos eran muchas y variadas. Creían en hombres lobo, brujas y vampiros, que por la noche se comían la nariz de cualquier persona inocente. Sentían pavor por el mal de ojo, del que se defendían con amuletos. Temblaban de pavor cuando oían cómo los fantasmas arrastraban sus cadenas por el patio de una casa.
 

 

Entre los romanos, si se quería que los niños fueran obedientes, se les asustaba con Lamia (un terrible ser que devoraba vivos a los niños); y entre los griegos, se les asustaba con Mormó.
 

 

Si durante un banquete oían el canto de un gallo o se hablaba de un incendio, acudían inmediatamente al poder de los amuletos. Si el número de comensales del banquete era impar y todos se callaban de repente, algo malo sucedería. Si entraba un perro negro en su casa o aparecía una serpiente en el patio, temían una desgracia. Si se vertía aceite o agua en la mesa o en el suelo, traía mala suerte. También era signo de mala
suerte levantarse con el pie izquierdo.
 

 

A la hora de llevar a cabo una acción importante, la aparición de un búho o de un águila era considerado de mal augurio. Las abejas simbolizaban la buena suerte.

 

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