jueves, 21 de octubre de 2021

PIGMALIÓN

Pigmalión fue un famoso rey de Chipre, sabio, bondadoso, trabajador y magnifico escultor que pasaba gran parte de su tiempo trabajando en sus esculturas. Estaba tan dedicado a su profesión que no tenía tiempo para el amor y, por eso, no tenía esposa.
 

 

Un día se propuso hacer la más hermosa escultura, la mejor de sus obras, una mujer ideal, esculpida en marfil blanco. Una mujer con una belleza inimaginable e inigualable. Se dedicó con esmero a realizar esta obra y de este modo paso días y noches encerrado en su taller dando forma a esta mujer. Esculpió cada uno de los rasgos y las formas con mucho detalle y cuidado. Cuando terminó su obra, el resultado fue una muchacha muy hermosa a la que vistió con las mejores ropas y adornó con bellas joyas. Todas las noches Pigmalión visitaba su obra, imaginaba como sería aquella mujer si viviese, si fuera de carne y hueso en lugar de marfil. Y así Pigmalión se enamoró de aquella mujer y le puso el nombre de Galatea (‘blanca como la leche’). La trataba con mucho amor y cariño, hablaba con ella todas las noches, la besaba y abrazaba, con mucha atención y mimos cuidaba de ella.
 

 

Una noche mientras se celebraba una fiesta en honor de Afrodita, Pigmalión se arrodilló frente a la estatua de la diosa y le suplicó que diera vida a su obra. La diosa se apiadó de él y dio vida a Galatea.
 

 

Cuando Pigmalión regreso a su taller, se acercó a hablar con ella y suavemente besó sus labios. Al hacerlo no notó el frío marfil, sino los cálidos labios de una mujer. Galatea en ese preciso momento cobró vida y se enamoró perdidamente de su creador, que con tanto cariño la había tratado y tantos mimos le había dado. Pigmalión se casó con ella y tuvieron varios hijos, reinaron felices y agradecieron siempre su amor a Afrodita.

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