lunes, 13 de febrero de 2012

ORFEO Y EURÍDICE

Orfeo, hijo de la musa Calíope, era un gran poeta y un músico extraordinario. Cuando tocaba la lira, las fieras le escuchaban y los árboles se inclinaban hacia él para darle sombra. Sin embargo, Orfeo estaba solo y muy triste, pues su esposa Eurídice había muerto tras recibir la picadura de una víbora y se encontraba en los Infiernos, el reino de Hades.

Orfeo decidió ir a buscar a su esposa a los Infiernos: convenció a Caronte de que le permitiera cruzar la laguna Estigia en su barca, amansó al Can Cerbero (el feroz perro de 3 cabezas que vigilaba la entrada de los Infiernos) y se presentó ante Hades y sus esposa Perséfone. Éstos, maravillados por su música, le permitieron llevar a Eurídice de vuelta al mundo de los vivos, pero con una condición: no podría mirarla hasta que no hubiesen salido.

Orfeo prometió que no la miraría, pero antes de salir volvió la vista hacia atrás para ver a su esposa, pero sólo vio cómo se desvanecía. De vuelta a la tierra, los cantos de Orfeo se hicieron tristes y desesperados y no quiso participar en las Bacanales de las Ménades tracias, que, enfurecidas, lo mataron.

El alma de Orfeo se reunió con la de Eurídice tocando la lira y deleitando con sus cantos a todos los bienaventurados que vivían en los Campos Elíseos (lugar de los Infiernos reservado a los mortales que habían realizado grandes hazañas y habían venerado a los dioses).

ARACNE

Aracne vivía en una pequeña aldea de Lidia. Aracne era una joven tejedora que había alcanzado gran fama por la belleza de sus tejidos y por la habilidad de sus manos. Alcanzaba tanta perfección en tejer que todos pensaban que sólo lo podía haber aprendido de Atenea. Aracne protestaba diciendo que nadie le había enseñado y que su arte era fruto sólo de su esfuerzo.

Entonces, Atenea se presentó ante Aracne como una anciana y le aconsejó que debía ser más humilde y no despreciar a los dioses, pues ningún mortal alcanza la perfección sin su ayuda. Aracne despreció a la anciana y retó a la diosa gritando que nada debía a Atenea y que ella misma era mejor tejedora y que sus tapices eran los más hermosos.

Atenea se llenó de ira y recobrando su figura de diosa exigió a la joven que retirara sus palabras y le pidiera perdón, pero Aracne mantuvo su reto. Entonces, la diosa y la mortal empezaron a tejer; la diosa Atenea tejió un hermosísimo tapiz con la escena de su enfrentamiento con Posidón y adornó las esquinas con 4 ejemplos de los castigos recibidos por los mortales que se enfrentaron a los dioses.

El tapiz de Aracne no era menos hermoso, pero las escenas ridiculizaban a Zeus (padre de Atenea). Entonces, Atenea rasgó el tapiz y le golpeó en la frente con la lanzadera; así, Aracne se volvió loca y se colgó de una viga. Cuando estaba a punto de morir, la diosa, reconociendo la perfección de Aracne, la permitió vivir, pero transformada en una araña. De esta manera Aracne sigue practicando su arte.

domingo, 12 de febrero de 2012

EL ORIGEN DE LAS ESTACIONES

La diosa Deméter vivía feliz. Se encargaba de que los humanos tuviesen abundantes cosechas de cereales y de que los árboles diesen deliciosos frutos. Tenía una hija con Zeus llamada Perséfone, que era una joven de gran belleza.

Hades (dios de los Infiernos), profundamente enamorado de Perséfone, la raptó, se la llevó a su reino y la convirtió en reina de los Infiernos, pero ella se sentía prisionera y añoraba a su madre.

Mientras tanto, Deméter recorría la tierra buscando a su hija día y noche, y abandonó el cuidado de los campos, que dejaron de dar frutos. Cuando se enteró de que Hades la había raptado, acudió a Zeus, que obligó a Hades a dejar libre a Perséfone. Hades le prometió a su esposa que le permitiría volver con su madre, pero antes le ofreció una granada como despedida. Perséfone se comió algunos granos y abandonó a su esposo con alegría.

Deméter estaba feliz y los campos volvieron a florecer, pero al poco tiempo Perséfone empezó a sentir nostalgia de los Infiernos y de Hades, pues había probado los frutos del Infierno y "quien los prueba sentirá siempre nostalgia de volver".

Entonces, Zeus ordenó que Perséfone pasara una parte del año con su esposo en los Infiernos y otra parte del año con su madre. Así que, cuando Perséfone está con Deméter, la diosa es feliz, cuida los campos y la tierra da abundantes frutos: es primavera y verano. Pero cuando Perséfone está con Hades, Deméter se entristece, los campos se secan: es el invierno.

LA DIVISIÓN DEL DÍA EN ROMA

El día se dividía en 12 "horas" y la noche, en 4 "vigilias". Al haber más horas de luz en verano, las horas del día eran más largas, mientras que en invierno eran más cortas. Sólo había 2 horas fijas: la "sexta hora", que era el mediodía, y la "tertia vigilia", que era la media noche.

En invierno aproximadamente las "horas" eran la siguientes:

- prima hora: 7'30-8'15 a.m.
- secunda hora: 8'15-9 a.m.
- tertia hora: 9-9'45 a.m.
- quarta hora: 9'45-10'30 a.m.
- quinta hora: 10'30-11'15 a.m.
- sexta hora: 11'15-12 a.m.
- septima hora: 12-12'45 a.m.
- octava hora: 12'45 a.m.-1'30 p.m.
- nona hora: 1'30-2'15 p.m.
- decima hora: 2'15-3 p.m.
- undecima hora: 3-3'45 p.m.
- duodecima hora: 3'45-4'30 p.m.

En verano aproximadamente las "horas" eran las siguientes:

- prima hora: 4'30-5'45 a.m.
- secunda hora: 5'45-7 a.m.
- tertia hora: 7- 8'15 a.m.
- quarta hora: 8'15-9'30 a.m.
- quinta hora: 9'30-10'45 a.m.
- sexta hora: 10'45-12 a.m.
- septima hora: 12 a.m.-1'15 p.m.
- octava hora: 1'15-2'30 p.m.
- nona hora: 2'30-3'45 p.m.
- decima hora: 3'45-5 p.m.
- undecima hora: 5-6'15 p.m.
- duodecima hora: 6'15-7-30 p.m.