jueves, 21 de octubre de 2021

PROMETEO

Zeus quería que la raza humana permaneciera esclava, carente de todo poder y de toda inventiva; pero Prometeo, desobedeciéndolo, les dio a los hombres el fuego, tras robarlo del carro del sol. Entonces, Zeus lo encadenó a una roca del Cáucaso, donde su grifo (criatura mitológica, cuya parte superior es la de un águila gigante, y la inferior es la de un león) le devoraba todos los días las entrañas, que se regeneraban cada noche, y cada día volvía el grifo para que su tortura no tuviera fin.

 

Zeus sabía que sólo él podía explicarle el sentido de un vaticinio de las Parcas (diosas encargadas de la vida y el destino de los dioses y los hombres) según el cual Zeus perdería el poder a manos de un futuro hijo suyo. En vano intenta que Prometeo le descifre el enigma, porque Prometeo actuaba conforme a lo que pensaba: apoyar a los seres humanos y asumir las consecuencias. Él sabía que iba a ser castigado por Zeus, pero con heroísmo enfrentó su decisión. No se doblegó ante el dolor y lo soportó heroicamente. Él sabía que había actuado como debía hacerlo.

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