En los primeros tiempos, la vajilla romana de mesa se distingue por la sencillez propia de un pueblo campesino, utilizándose, sobre todo, la madera y cerámica, pero la evolución y refinamiento de la cocina romana y de la etiqueta en la mesa, también se dejó sentir en los recipientes de servicio y consumo, incrementándose el número de piezas de la vajilla, las formas y los materiales.
Las vasijas de cerámica, al fabricarse en todo el Imperio y ser accesibles a todas las clases sociales, no faltaron en ninguna mesa romana.
El uso del vidrio en la vida cotidiana y más concretamente en el ajuar de mesa experimenta, tras la aparición de la técnica del soplado en la segunda mitad del siglo I a.C. un incremento y difusión sin precedentes.
domingo, 15 de marzo de 2009
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