El banquete romano se regía por unas normas de etiqueta y de buen comportamiento. Al llegar a casa del anfitrión, antes de comenzar la “cena”, los invitados se despojaban de la toga y un esclavo les lavaba los pies; incluso podían disfrutar de un relajante baño.
En cada uno de los triclinios del comedor, se acomodaban tres invitados, por lo que el número total solía ser de 9, aunque si el espacio lo permitía podían colocarse más lechos, pero la distribución de los puestos seguía un preciso orden por categorías de precedencia, según el cual el principal invitado era acomodado junto al anfitrión de la casa. El comensal se reclinaba sobre el codo izquierdo y comía con la mano derecha, posición que no es tan incómoda como parece, ya que los alimentos sólidos como la carne, eran previamente cortados en la cocina o en el comedor por un esclavo especializado. Las pequeñas porciones se cogían con la punta de los dedos, de ahí que fuera necesario lavarse a menudo las manos en una jofaina con agua perfumada. Cada invitado se traía su servilleta que, además de evitar manchas, podía utilizarse para llevar a casa algún bocado sobrante.
En la “cena” romana los platos se sucedían según un orden determinado: el primer servicio era la “gustatio” o entremeses, sabrosos alimentos para picar que despertaban el apetito: huevos duros, verduras, ensaladas, ostras, caracoles, pescados en conserva, todo ello acompañado con “mulsum” o vino endulzado con miel. Seguía el segundo servicio o “prima mensa” con platos fuertes: pescados, carnes, piezas de caza, incluso alimentos raros y exóticos generalmente asados o cocidos, acompañados de salsas y otros condimentos, como el “garum” o la pimienta, y lujosamente presentados por expertos cocineros en las mejores piezas de la vajilla con el fin de sorprender a los invitados. La cena finalizaba con el postre o “secunda mensa”, que incluía fruta seca, dulces y frutos secos.
Durante la velada, los comensales eran atendidos por esclavos domésticos que desempeñaban diferentes funciones: el “nomenclator” acomodaba a los invitados siguiendo una estricta etiqueta y anunciaba los platos, los “scissores” troceaban los alimentos, y el “cellarius” o encargado de los vinos seleccionaba los caldos que los esclavos jóvenes más bellos de la casa se encargaban de escanciar en las copas de los invitados.
domingo, 15 de marzo de 2009
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muchas gracias, por subir esta informacion. No te imaginas cuanto lo necesitamos, muchisimas gracias.
ResponderEliminar¿el acto de escanciar en aquella época tenía la misma intención que se tiene en algunos lugares, como aprovechar el máximo sabor de la bebida de ser así com que bebidas escanciaban?
ResponderEliminarCon escanciar me refiero simplemente al hecho de servir el vino en las copas por parte de los esclavos.
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